No era suficiente tener que deshacerse de las botellas de agua explosiva y quitarse los zapatos explosivos al pasar el control de criminalidad del aeropuerto. La Gestión de Seguridad de Transporte de los USA va un paso más allá: se toman la libertad de abrir aleatoriamente alguna maleta, echarle un vistazo a los calzoncillos usados y dejar una cartita de amor como ésta:
Tal como indica la carta, si has cometido la imprudencia de cerrar tu maleta con candado, la TSA tiene el derecho de reventarlo cual vulgar cani con cortafríos y, «aaaaah, se siente!», no tiene ninguna obligación de reponerlo o compensarte económicamente. Si alguno de los inútiles que manipulan el equipaje en los aeropuertos no ha sido capaz de destrozar o perder tu maleta, que sepas que hay un imbécil que puede legalmente dejártela desgraciaíta pa toa la vida.
La ciudad de New York, en su afán por protegerse de los fantasmas provocados por las brillantes actuaciones internacionales del gobierno estadounidense y de un par de moros con mucho tiempo libre, ha iniciado una campaña que tiene por lema «Si ves algo, di algo» («If you see something, say something»). Este concepto innovador, donde ciudadanos controlan a ciudadanos, donde marujas pueden denunciar a vecinos incómodos, ya fue probado con éxito por la Inquisición española desde el siglo XV y llevado a su cumbre práctica durante el Comunismo.
Sin embargo, llama la atención la amabilidad de los neoyorquinos al ofrecer sus servicios de cicerone. Si uno se abstrae durante al menos 5 segundos, manteniendo cara de perdido (mirada nerviosa, melena al viento) y con un mapa en la mano, inmediatamente habrá alguien que se ofrecerá para mostrarte el camino. Otros que también se ofrecen para mostrarte el camino son los predicadores ambulantes, con panfletos en los que te prometen arder en el infierno como un pincho moruno si no lees el Cuento y no le das la brasa a los demás para que lo lean, pero eso es otra historia…